viernes, 12 de marzo de 2010

Generación X (Uno)

Hace tiempo que pienso escribir sobre mi generación, sobre las experiencias vividas. No se por qué, quizá porque sin darme cuenta y de forma sigilosa, las hojas del calendario han ido cayendo y sin darme cuenta estoy aquí, en mi casa, con mis dos hijos a los que adoro y a los que quiero dedicar este escrito.
Quiero que sepan, cómo ha sido mi vida, contarles los acontecimientos que he vivido y sobre todo transmitirles valores como la amistad, el esfuerzo, el respeto a los demás, valores con los me crié, con los que conviví y con los que me siento identificado.

He escudriñado por Internet, y existe una etiqueta para la generación de los que nacimos en los años 70 y que vivimos nuestra juventud a caballo entre los años 80 y 90. Se trata de la generación del Baby Boom, otras etiquetas que se nos colgó era la de la "Generación de la apatía" o "Generación perdida". Nuestros padres vivieron los largos años del franquismo, la mayoría, emigrantes de todas partes de España que salieron de sus lugares de origen huyendo de la pobreza y en busca de nuevas oportunidades.

Muchos vinieron como se suele decir con una mano delante y otra detrás durante los años 60 y recalaron en barrios impersonales, carentes de servicios básicos. Al principio, mucha gente se hacinaba en pisos y eran recibidos por los nativos con recelo, debido a los estereotipos de Andaluces, Extremeños, Castellanos, a muchos les llamaban despectivamente xurros y esta gente se dedicó a empleos con cualificación profesional inferior. Y los que vinieron aquí, tuvieron suerte, mucha suerte, muchos otros emigraron a otros paises de Europa e incluso de América.

Voy a hacer un inciso, es increible como la historia se repite 50 años después.

El caso, una vez establecidos, poco a poco fuimos surgiendo. Los primeros años de mi recuerdo, son un niño rechonchito en una guardería (Pulgarcito), recuerdo el asco que me daba el tomate que me daban para comer y mis miedos, odiaba los petardos, no quería ser futbolista porque me daba miedo darle a la pelota con la cabeza, no quería ir a la mili porque me daba miedo el ruido de las pistolas, o no quería ir en bici porque me daba miedo ir sin manos cuando celebrara el triunfo en una carrera. Esos recuerdos los tenía de niño, la actual Calle Pintor Ribera no estaba asfaltada y los juegos los hacíamos en un solar que llamábamos los pozos, porque en el solar habían unos agujeros cuadrados regularmente distribuidos, tiempo después supe que el barrio había sido un campo de olivos, y los agujeros eran los restos de los olivos arrancados de cuajo.
El juego se realizaba en la calle, sin ningún tipo de seguridad, recuerdo varios descalabrados, brazos y piernas rotas, algún atropello, y no pasaba nada, no habían pederastas.
Mi madre me decía, juega en la calle lo que quieras, pero de esa esquina para allá no puedes pasar en ningún caso. Recuerdo que una vez la pelota se fue más allá de la esquina, y la orden de mi madre paralizó mis piernas, no sabía que hacer, estaba desconcertado, perdí la pelota antes de desobedecer la orden que me dió mi madre.
A mi hermana recuerdo que la llamaba la nena, no se si se acuerda ella, pero yo si, nos llevábamos a matar pero pienso que nos queríamos. Me costó mucho llamarla por su nombre, nena para aquí, nena para allá.
En la calle, los niños se contaban por decenas, quizá por centenas.
Lo que no recuerdo es si pasaban muchos coches, eso no importaba, éramos dueños de la calle.
Tranquilo amigos, ésto no quiero que sea mi biografía, sino una pequeña introducción para ponernos en situación de cómo era la vida entonces. Dicen que tendemos a recordar sólo lo bueno, y en mi caso debe de ser así porque no tengo malos recuerdos.
Cada verano cogíamos el Renault 8, primero y luego el Ford Fiesta después y íbamos al pueblo, a ver a los abuelos y familia, sin aire acondicionado, viajando toda la noche para llegar pronto al pueblo. Sin cinturón de seguridad, sin autovías, e incluso recuerdo que pasábamos por sitios en los que la carretera no estaba ni asfaltada. Con un mapa a cuestas y buscando el camino más corto, unos tardábamos 14h otros más o menos. A veces pasábamos por Madrid a ver a mis tios.

El caso es que mirad como han cambiado las cosas, la generación X viajábamos al pueblo, en automóviles en los que hoy día ni siquiera iríamos a Valencia, sin aire acondicionado, sin cinturón, sin autovías, sin áreas de servicio, con fiambreras de varios pisos donde nuestras madres preparaban la tortilla de patatas, el salchichón, parecíamos limas comiendo. El agua en las fuentes de los pueblos, y cuando encontrábamos por ahí un vehículo con matrícula de V, nos saludábamos como si fuésemos de la familia, nos preguntábamos, de dónde éramos y a donde íbamos. Tampoco habían circunvalaciones, las carreteras, tiesas, por medio los pueblos que era mejor.

Años después, muchos años después, quise dar un homenaje a esos viajes. Fué en un concierto de U2, fuimos unos amigos a ver U2 a Barcelona, al estadio de Monjuïc, y me llevé una fiambrera cuyo contenido, tortilla, chorizo. Antes del concierto, nos hicimos un hueco en el suelo y rodeados de observadores atónitos, saqué la fiambrera y los que estábamos allí hicimos una buena merendola tradicional (lo que hoy sería un pic nic) a la salud de Bono de U2. Algú s'en recorda de la tortilleta? Pensé que eramos los reyes de la creación. Luego, vino la tormenta, la lluvia furiosa y después U2 dió un concierto espectacular.

1 comentario:

  1. Me llamaban la ninya....o al menos eso recuerdo yo. Y tambien recuerdo uno de esos dias en los que andabamos jugando en la calle, y a ti se te ocurrio lanzar al aire una lata de gasolina vieja y sucia que encontraste, no se donde, y acabo cayendo sobre mi cabeza. Aun recuerdo tu cara de pavor, le habias abierto la cabeza a tu hermana pequenya...la que te esperaba

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