El pasado sábado celebramos el cumpleaños de Joselillo. Fue un día especial. Será uno de esos días que guardaré para siempre en mi maltrecha retina. Por la mañana, cuando se levantó se le notaba una alegría especial. Esa sonrisa pura, limpia y natural de un niño inocente. Me preguntó, - ¿Papi, cuándo vamos al Camelot?
- Esta tarde, cariño, hasta esta tarde no vamos al Camelot.
- Pero papi, dijo, yo quiero ir ya.
No fuimos al Camelot, nos fuimos al Sant Gregori porque por la mañana jugaba como todos los sábados al fútbol. La verdad es que estaba pletórico de felicidad, todos sus amiguitos le felicitaron y él estaba super contento. En el partido se lo pasó genial, corrió para arriba y para abajo.
Cuando terminó, le pregunté, ¿Cómo te lo has pasado? Muy bien, papá, hemos ganado, me lo he pasado muy bien. Sus ojos y su expresión destilaban una mezcla de inocencia, felicidad y excitación.
Por la tarde fuimos al Camelot, vinieron los primos Fran y Carla, Rubén, los amiguitos del colegio Pau y su hermano Marc, Sergi Calvo, Sergi Regatero y Mario, y los amiguitos del fútbol, Alvarito, Álvaro, Guiller y Nico. Que no se me olvide Anna que también se lo pasó genial.
Se lo pasarón todos genial. Yo también me lo pasé bomba y me partía de risa, viendo a los nanos para arriba y para abajo pegando pelotazos, tirándose por las txirristras (averiguad lo que es).
Bueno, bueno, qué os voy a contar. Le regalaron muchas cosas y todo salió fenomenal.
Tengo dos hijos que son como dos soles, los quiero más que a mi vida. Si algún día pierdo la vista, lo que más me fastidiará es no poder ver a mis hijos.
martes, 10 de marzo de 2009
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