miércoles, 9 de diciembre de 2009

Los extraterrestres de Peñarroya

Mi abuela Sacra ya está en casa. Es una gran noticia ya que de verdad os digo a todos los moqueton adictos que la vi muy mal. Estos días atrás he podido disfrutar de ella en casa de mi madre. En momentos de lucidez hemos hablado bastante de su pasado y quería contaros una anécdota digna de un guión de película. A ver qué opináis.

Mi abuela Sacra era por entonces una niña de unos 10 años, si ahora tiene 89 años, hace unos 80 años nos remontaríamos a finales de los años 20 y principios de los 30. Ella vivía en Santa María de Navas, una aldea Extremeña perdida de la mano de Dios en medio de Sierra Morena. El medio de comunicación más habitual eran caballos, mulos o burros, la escolarización estaba reservada a unos pocos. Por aquel entonces, llegó al pueblo un camión del que descendió un hombre apuesto, con aire altivo, fino bigote bien cuidado y con un abrigo largo bajo el que se apreciaba un cuidado traje. Todavía los más ancianos recuerdan la llegada de aquél caballero forastero. En seguida, los niños del lugar acudieron impresionados al ver aquel ser extraño. Me imagino lo que debió pensar mi bisabuelo, el padre de mi abuelo Gracián, al llegar a aquél lugar lejano y apartado. Ellos venían de Peñarroya-Pueblonuevo, un pueblo de Córdoba y en el camión, además de mi abuelo Gracián, venían mi tía Carmen, mi tío Antonio y un cuarto hijo del que desconozco su nombre. El apuesto hombre acababa de enviudar y se había prometido así mismo que no daría madrastra a sus hijos. Entiendo que ello fue así por el amor que profesaba a su esposa, mi bisabuela.
Al parecer mi bisabuelo ya en los años 20 tenía un molino en Peñarroya (Córdoba), y siempre he oido decir que estaba harto del sonido de las sirenas de las fábricas, que quería empezar desde 0 fuera del ajetreo fabril que se vivía en una localidad minera, que ansiaba una nueva vida.
Dicho deseo se hizo realidad después de toparse con un hombre de Azuaga, le habló de un pueblo lejano, lleno de posibilidades, allí estaba en venta un molino. Ni corto ni perezoso, emprendió el viaje, haceros cargo cómo debió de ser aquel viaje sin carreteras para llegar al pueblo. El impacto en la población local fue muy grande. Como os acabo de comentar, los niños se arremolinaban alrededor del camión que acaba de aterrizar como nave extraterrestre.
Los hijos de mi bisabuelo, viajaban dentro del camión con el resto de enseres para comenzar una nueva vida. Debieron de oir el jolgorio y griterío al exterior de manera que comenta mi abuela Sacra que alguien apartó de la parte de atrás la cortinilla que ocultaba el contenido. Dice mi abuela que siendo ella todavía una niña, su mirada se cruzó con los ojos de un jovenzuelo que lo primero que hizo fue fijarse en esa niña, delgada pero hermosa. Era mi abuelo viendo por primera vez a mi abuela Sacra. Me comentó mi abuela que desde ese primer momento en el que mi abuelo abrió por primera vez la cortinilla desde donde se encontraba, sus miradas se cruzaron y su futuro quedó unido para siempre. Años después, mi abuelo empezó a rondarla, al parecer el jovenzuelo no era del agrado de los padres de mi abuela, pero finalmente se casaron. Mi bisabuelo compró la casa actual de mi abuela y montó un molino de trigo. Uno de los niños que venían con mi bisabuelo murió cuando el molino le arrancó una pierna y en el terrible traslado en mulas a Sevilla, no aguantó el camino. Así, quedaron mi tío Antonio, mi tía Carmen y mi abuelo Gracián. Son el origen de toda mi familia actual, de todos mis primos maternos. Es el origen, de la casa de mi abuela, tal y como hoy la conocemos, de la molienda, del corral del cine, de la cerca del Real, de todo lo que conocemos.
Mi bisabuelo, no volvió a casarse, cuentan que era hombre muy generoso que ayudaba a todos los necesitados en una época de tanta hambre y pobreza. Además del molino, mi bisabuelo montó un almacén de corcho que explotaba los cercanos bosques de Alcornoques que pueblan las montañas cercanas a Santa María. Fue un hombre adelantado a su tiempo, cuentan que llegó a montar un cine en el corral de la casa de mi abuela. Por eso la trasera de la casa, la llaman el corral del cine. Cuando yo era chico todavía recuerdo un pequeña casilla de adobe con una ventanilla donde estaba instalado el proyector del cine. Me han comentado alguna vez que en la primera película que se proyectó, mucha gente huyó despavorida cuando una humeante locomotora se acercaba sin parar.

Eso es lo que os quería contar, aunque la historia seguramente no se ajusta al 100% a la realidad si que es una transcripción de lo que me comentó estos días atrás mi abuela.

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